Es muy sencillo. Todos los cosméticos están hechos con agua y aceite, mezclados en las proporciones adecuadas para conseguir la textura deseada.
Algunos cosméticos son del todo acuosos, como los tónicos faciales, o casi del todo, como muchos champús y geles de baño. Otros contienen más agua que aceite, como la mayoría de cremas corporales o faciales. Finalmente, los hay que solo contienen aceites, como por ejemplo los protectores labiales o el bálsamo reparador.
Pero al mismo tiempo es muy complejo, ya que estas mezclas de agua y aceite son por naturaleza muy inestables y tienden a separarse. Además, mientras dure su vida útil y mientras se utilizan los cosméticos deben mantener todas sus propiedades, tienen que ser agradables de aplicar, tienen que oler bien y no tienen que dar problemas cutáneos ni contaminarse. Esto supone un enorme esfuerzo técnico, que en cosmética natural es aún mayor debido a la limitación en los ingredientes que podemos utilizar.
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